ACUEDUCTO DE ALBEAR – Otra de las maravillas de la ingeniería cubana.
23 de enero se cumplen 123 años de su inauguración. Un 23 de enero, pero de 1893, finaliza la construcción del “Acueducto de Albear” y se inaugura la red de distribución de agua de la Ciudad de La Habana en presencia del Capitán General, el Obispo de La Habana y demás autoridades del país. El proyecto fue elaborado por el General de Brigada de Ingenieros, Don Francisco de Albear y Fernández de Lara. La fabricación fue aprobada por la Real Orden del 5 de octubre de 1858. El 23 de junio de 1878, el Capitán General Arsenio Martínez Campos dejó inauguradas las obras. Luego de la muerte de Albear se le cambió el nombre a la institución en honor a su constructor. Años más tarde una firma americana representada por Ricardo Narganes la continúó, y quedó terminada el 23 de enero de 1893.
Antes de su construcción, los primeros moradores de la Isla iban a
buscar el agua al río Almendares. Entonces la llevaban desde La Chorrera
en embarcaciones o sobre el lomo de bestias. Otras fuentes indican que
se abastecían de una cisterna situada en la desembocadura del río
Luyanó, o mediante una noria instalada en una poza abierta en el Campo
de Marte, hoy Parque de la Fraternidad, o por las bondades de aljibes y
pozos que llegaron a contar miles en el siglo XIX.
En 1544, se inician las gestiones para la construcción de la llamada
Zanja Real, primera obra destinada al abasto de agua de la ciudad, y
único acueducto con que contó durante 243 años. Hasta el Callejón del
Chorro, en la Plaza de la Catedral, llegaban las aguas. Quizás fue éste
el primer acueducto construido por España en el Nuevo Mundo.
Pero esto no era suficiente y ya a principios del siglo XIX por
decreto regio se aprobaron las obras del Acueducto de Fernando VII, que
partía del río Almendares, por Ciénaga, el Cerro y la Calzada de Jesús
del Monte, hasta la Puerta de Tierra, en Monserrate y Muralla, y de ahí a
la población de intramuros. Pero tampoco fue suficiente pues no
satisfacía la necesidad de los habaneros por un agua potable y
abundante.
El ingenio insular mostró su hidalguía cuando el ingeniero don
Francisco de Albear y Lara presentó su informe titulado “Proyecto de
conducción a La Habana de las aguas de los manantiales de Vento”, que
resultó premiado con Medalla de Oro en la “Exposición de París” de 1878
por la excelencia del proyecto, digno de elogio hasta en sus detalles. Y
15 años después, el 23 de enero de 1893, ya fue puesto en
funcionamiento el Acueducto de Albear, que aún en la actualidad funciona
y sigue abasteciendo el diecinueve por ciento del agua que abastece a
la capital cubana.
En esta obra todo es singular: la precisión técnica, la belleza de sus construcciones civiles, la garantía de un agua sana y la seguridad de su funcionamiento, que no necesita combustible y sólo requiere desinfección mediante cloración.
En esta obra todo es singular: la precisión técnica, la belleza de sus construcciones civiles, la garantía de un agua sana y la seguridad de su funcionamiento, que no necesita combustible y sólo requiere desinfección mediante cloración.
Los terrenos que rodean los depósitos de Palatino fueron convertidos en
bellos y artísticos jardines en 1926. En una sección de los jardines se
ubicaron cuatro esculturas que representan las estaciones del año.
El acueducto de Albear, que entrega sus aguas exclusivamente por
gravedad, comprende las obras de captación en los manantiales de Vento,
el túnel en el río Almendares, el Canal de Vento, los depósitos de
Palatino y el sistema de distribución del agua a la ciudad de
intramuros. Portentosa para su época, su caudal de agua era superado
solo por los construidos en Nueva York y Londres.
El margen izquierdo del río Almendares aporta unos 150 000 m3 de más de
400 manantiales de Vento, recogidos en una gran taza de cantería
provista de sus correspondientes aliviaderos y compuertas. Un alto muro
de contención, que a su vez es uno de los lados de la taza colectora,
impide la penetración del río durante las crecidas.
Por debajo del lecho del río se encuentra un túnel con dos conductoras
de hierro fundido de un 1 m de diámetro, las que conectan la taza con el
canal, a través de aproximadamente 10 km hasta los tanques de
distribución de Palatino.
En esta obra todo es singular: la precisión técnica, la belleza de sus
construcciones civiles, la garantía de un agua sana y la seguridad de su
funcionamiento.
Un cubano ilustre, el ingeniero don Francisco de Albear y Lara, nos
legó la más célebre de sus obras de ingeniería, catalogada como la obra
más importante realizada en la Isla en el siglo XIX: el mundialmente
conocido Acueducto de Albear.
Un cubano más para admirar, respetar y recordar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario